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Proxemia, la Percepción del Espacio

  • Foto del escritor: Meritxell Llorca
    Meritxell Llorca
  • 28 feb 2020
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 4 oct 2023

Comunicación, espacio vital y movimiento


Proxemia, la Percepción del Espacio - Comunicación, espacio vital y movimiento

¿En qué se relacionan estos tres conceptos? La comunicación no verbal asociada al cuerpo, incluyendo el lenguaje corporal, los movimientos corporales, las posturas y lo que transmitimos estando cerca o lejos de alguien más, configuran lo que se conoce como proxémica.


La proxémica se entiende como el uso que se hace del espacio personal, es decir, el espacio que rodea nuestro cuerpo. Esto permite crear un marco de interacción en el que se pueden expresar diversos significados, los cuales responden a un complejo sistema de restricciones sociales, relacionado con el sexo, la edad y la procedencia social y cultural de las personas.


En los años sesenta del siglo XX, un grupo de estudiosos de las ciencias sociales, analizaron las relaciones de distancia y espacio (proximidad, alejamiento, etc.) entre las personas y objetos durante la interacción, las posturas adoptadas y la existencia o ausencia de contacto físico. Asimismo, intentaron comprender el significado que se desprende de dichos comportamientos.


Entre ellos, el antropólogo Edward T. Hall identificó tres distintos tipos de espacios:

Espacio fijo

Se compone de las estructuras inamovibles que marcan la distancia. Las más reconocidas son las fronteras entre países.


Espacio semifijo

Es aquel en que los objetos no limitan el movimiento de la persona u objetos. La invasión de este espacio vital, ya sea de forma física (rozando el cuerpo de otro en una aglomeración, por ejemplo) o con la simple intención (por ejemplo, mirando fijamente a los ojos) se considera una violación del territorio.


Espacio personal o informal

Es el que está alrededor de nuestro cuerpo. Es establecido a criterio por los participantes de una interacción y varía en función del tipo de encuentro, la relación entre los interlocutores, sus personalidades y otros factores.




Este espacio personal o informal se divide en cuatro subcategorías:

Proxemia, la Percepción del Espacio - Comunicación, espacio vital y movimiento

a. Espacio íntimo, que va desde el contacto físico hasta aproximadamente 45 cm. Esta distancia podría subdividirse en dos intervalos distintos: entre 0 y 15 cm, distancia que presupone el contacto físico y que tendría lugar en situaciones comunicativas de máxima intimidad (por ejemplo, durante un masaje); y entre 15 y 45 cm, que se corresponde con una distancia menos íntima pero inserta en un marco de privacidad.


b. Espacio casual-personal, que se extiende desde 45 cm a 120 cm. Es la distancia habitual en las relaciones interpersonales y permite el contacto físico con la otra persona.


c. Espacio social-consultivo, que abarca desde los 120 cm hasta los 364 cm y aparece en situaciones donde se intercambian cuestiones no personales y no tenemos ningún tipo de relación amistosa.


d. Espacio público, que va desde esta última hasta el límite de lo visible o lo audible. A esta distancia los participantes tienen que amplificar recursos como la voz para posibilitar la comunicación. Por ejemplo, durante una conferencia o evento.



En ese sentido, cuando trabajamos con el movimiento, no solo debemos tener en cuenta nuestro propio espacio, sino el entorno que nos rodea. Así, pues debemos aprender a usar el espacio para movernos adecuadamente. La aplicación de un elemento, no puede existir sin la aplicación del otro. También debemos tener en cuenta los movimientos del cliente, ya que en el entorno spa las distancias suelen ser más cortas.


Espacio Peripersonal

¿Cómo acercarnos al rostro del cliente?

El espacio peripersonal es la zona que establece el margen de seguridad entre nuestro cuerpo y el resto del mundo. Según los resultados de un experimento, publicados en la revista The Journal of Neuroscience, la mayoría de las personas necesitan que se respete un entorno de 20 a 40cms alrededor de su cara. Quienes sufren síntomas de ansiedad necesitan más.


Giandomenico Iannetti, principal autor de la investigación, señala que “este descubrimiento es la primera medida objetiva del tamaño de la zona alrededor de la cara que cada persona considera de alto riesgo, y que, por lo tanto, quiere proteger con respuestas motoras defensivas eficaces”. Para llegar a estas conclusiones, Iannetti y su compañera Chiara Sambo, del University College de Londres, experimentaron con un grupo de 15 voluntarios entre los 20 y 37 años de edad. Los expusieron a amenazas a diferentes distancias de la cara y grabaron sus reflejos mediante el parpadeo. Así, la magnitud del reflejo sirvió para determinar la sensación de peligro percibida y deducir el tamaño del espacio peripersonal defensivo.


El espacio en el spa

Para no invadir el espacio del otro en el spa, debemos conocer cuáles son las distancias mínimas con el cliente y tomar consciencia sobre el espacio. Para ello consideramos necesario el establecimiento de un protocolo estandarizado de actuación, respetado de forma activa por parte de todo el personal que labora en el spa.


Debemos tener en cuenta que, motivado al servicio que ofrecemos, en un Spa el cliente es altamente susceptible y una vez éste se adentra en las instalaciones, se coloca bajo nuestras manos. Es todo un ritual que inicia al despojarse de su ropa y colocarse en una situación de intimidad, y finaliza al momento en que se coloca nuevamente su ropa, todo ello en un entorno, muchas veces desconocido, donde literalmente les estamos pidiendo que se alejen de su zona de confort y cedan parte de su espacio vital, algo que de por sí es fundamental para que la experiencia sea realmente trascendental.


Por tanto, en la zona spa, trabajamos en un espacio cuya distancia es de tipo casual-personal. Aunque ello permita el contacto físico, no debemos traspasar esa línea para evitar incomodar al cliente.


Antes de acceder al servicio, el cliente querrá sentir que le guían y que van a cuidar de él, por lo que una distancia semi-corta puede ser muy beneficiosa. Sin embargo, no aconsejamos tocar a los clientes en este estadio de su experiencia.


Una vez en manos del terapeuta, el cuerpo del cliente estará preparado para el contacto físico. La mejor forma de hacerlo, es prestando atención a la háptica (percepción del tacto) para poder ofrecerle con nuestra energía a través de nuestras manos, el confort que ha perdido al verse en un lugar desconocido y con poca ropa.



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